Observatorio Socio Territorial Bogotá Sabana

Páramo de Chingaza. Fuente: Archivo Observatorio Socio Territorial Bogotá Sabana
La escasez hídrica en Bogotá – Sabana en el presente año, ha llevado a la implementación de medidas fundamentalmente hacia el consumo de agua de los y las pobladoras, junto a campañas de ahorro y disminución del consumo; medidas insuficientes y que prosiguen la opinión generalizada de que el problema radica en la “cultura ciudadana”, castigando al “ciudadano que consume más de lo debido”, sin considerar la composición de los hogares en una ciudad tan desigual como Bogotá, ni considerar el papel del sector privado en el uso y apropiación del agua.
En esta nota, desde el Observatorio Socio Territorial Bogotá Sabana queremos propiciar un par de reflexiones que nos permitan ahondar en la comprensión de la problemática, entendiendo los conflictos socio – territoriales que derivan esta situación, a propósito del desarrollo de la COP 16 en nuestro país.
El problema de la disposición de agua para la población debe ser un tema prioritario en la planeación territorial, en donde las estrategias de conservación, producción y tratamiento de agua potable, no pueden estar sometidas a la lógica mercantilista de inversión privada que genere retornos lucrativos. Debe considerarse como un asunto de política e inversión pública que involucre fundamentalmente a las empresas de servicios públicos, las entidades territoriales y las corporaciones regionales en la preservación de la estructura ecológica regional como un bien común y público.
Según el Estudio Nacional del Agua (ENA), la región central tiene la vulnerabilidad más alta de fragilidad del sistema hídrico, y además “muestra una alta demanda del recurso hídrico en relación con la oferta, una baja capacidad de regulación y de retención de caudales” (RAP-E REGION CENTRAL; PNUD, 2021, pág. 94)
Para entender el problema de escasez del agua en Bogotá, es necesario tener una idea de cómo se surte y cómo funciona el sistema de acueducto en la ciudad, una ciudad de cerca de 8 millones de habitantes pero que además comparte el sistema con Soacha y Gachancipá y suministra agua en bloque a otros 11 municipios de la región.
El acueducto como sistema, funciona a partir de la ubicación de fuentes de abastecimiento de las que se captan las aguas crudas y se almacenan en embalses y represas que permiten regular el caudal; mediante el proceso de aducción se transporta el agua captada a la planta de tratamiento, desde allí se distribuye a la ciudad en condiciones de potabilidad; todo ello requiere obras de adecuación y mantenimiento que permitan este proceso.
Este sistema no funciona sin un sistema natural, denominado estructura ecológica, de donde proviene el agua en fuentes superficiales (ríos, quebradas, lagunas) y subterráneas (acuíferos o pozos); como ecosistema funciona a partir de condiciones que propicien o dinamicen el ciclo del agua que desde la educación primaria solemos conocer.
De manera que, la producción y disposición de agua depende de condiciones climáticas y geográficas, que no son exclusivamente naturales, sino que han venido cambiando conforme las actividades humanas y fundamentalmente de la producción industrial y actividad económica capitalista, que ha trocado el ciclo natural hídrico con el calentamiento global, generando hoy riesgos en el abastecimiento, para una ciudad como Bogotá- Sabana en donde la mancha urbana se sigue expandiendo.

Ciudad de Bogotá. Fuente: Archivo Observatorio Socio Territorial Bogotá Sabana
Actualmente, el abastecimiento de agua en Bogotá se compone de tres sistemas: Tibitoc (Río Bogotá) que cubre el sur occidente de la ciudad, Chisacá o Sur (cuenca alta del Río Tunjuelo) que abastece las localidades de Usme y Ciudad Bolívar, y Chingaza que cubre la zona central, norte y parte del sur (EMPRESA DE ACUEDUCTO Y ALCANTARILLADO - ESP , 2006, pág. 126); éste último, es el más importante en tanto tiene mayor capacidad de tratamiento de agua a través de la Planta Wiesner y provee agua para aproximadamente el 70% de la población, el agua cruda es tomada de la cuenca del Río Orinoco.

Fuente: EAAB (www.acueducto.com.co)
De manera que la provisión de agua depende fundamentalmente del estado de conservación y recarga hídrica del macizo de Chingaza, el páramo de Sumapaz, los cerros orientales, la cuenca alta del Río Tunjuelo, el río Teusacá y el Río Bogotá. Hacia el año 2006, cuando se expidió el Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado, en el documento técnico se planteaba que la capital cuenta con cerca de 200 cuerpos de agua, algunos de los cuáles pudieron abastecer del agua la ciudad, por tanto:
el potencial hídrico que representan las quebradas no debe ser desechado, por cuanto realizar transvase de cuencas podría resultar más costoso que realizar un trabajo preventivo que garantizará que el caudal generado por las quebradas, especialmente las de los cerros, fuera aprovechado con este fin para el Distrito, complementado las fuentes de abastecimiento existentes (EMPRESA DE ACUEDUCTO Y ALCANTARILLADO - ESP , 2006, pág. 191).
Vale recordar que hacia los años cincuenta del siglo pasado la ciudad se abastecía en buena parte del Río Bogotá, pero su degradación hace cada vez más inviable, el abastecimiento a partir de esta cuenca, que se convirtió en la gran cloaca bogotana especialmente en su cuenca media y baja, cuyo tratamiento es bastante costoso por el alto nivel de contaminación.
El megaproyecto del Río Bogotá para el saneamiento ambiental, con un préstamo al Banco Mundial por 250 millones de dólares (2010 – 2020) (Oviedo Segura, 2023), para su recuperación ambiental y control de inundaciones, contempló posibilitar el Río para la navegabilidad y la producción de energía eléctrica, biogás y biosólidos, pero su recuperación para el consumo fue inviable dada la alta contaminación. Entre tanto, hasta el momento las plantas de tratamiento municipales que vierten sus aguas a los cuerpos hídricos que llegan al Río Bogotá, no han mejorado ni optimizado sus sistemas haciendo que más del 50% de las aguas vertidas no tengan tratamiento, prolongando así la contaminación del Río.
La sabana de Bogotá cuenta con un importante sistema de acuíferos (aguas subterráneas) provenientes de su formación geológica, pero las menos profundas (origen cuaternario) se han secado por el uso y apropiación intensiva de empresas de flores e industria manufacturera (JICA, 2003) en donde se destacan empresas de aguas y gaseosas; quienes no tuvieron que pagar mayores costos por su uso y apropiación, ni desarrollaron procesos de conservación, preservación y compensación.
Como lo planteaba el estudio del gobierno japonés, “los acuíferos potenciales son comparativamente profundos, denominados acuíferos del Cretáceo, y están aún por desarrollarse. Altos intereses en el potencial de estos acuíferos a largo plazo y como fuentes estables de agua se han de pagar” (JICA, 2003, págs. 1-1), pero se consideran una posibilidad de abastecimiento.
En este sentido, el abastecimiento mediante la recuperación y disposición de acuíferos ha sido una posibilidad que requiere de decisión pública y la orientación de recursos cada vez más altos en tanto se siga expandiendo la urbanización de la Sabana que impide la recarga natural de dichas fuentes y se encuentran cada vez más profundos.
De manera que, en el corto y mediano plazo el abastecimiento hídrico depende del sistema Chingaza; la actual “crisis de escasez hídrica[1] ” en Bogotá- Sabana, que como se ha planteado en la opinión pública, se relaciona con los bajos niveles de agua registrados en dicho embalse, el cual proviene del trasvase hídrico de la cuenta del Río Orinoco y su recarga se posibilita con las precipitaciones.
La escasez de agua en Bogotá ha sido tangible en tanto es abrumador su crecimiento urbano desde antes de mediados del siglo pasado y por tanto previsible, (Quinaxi Instituto para el Desarrollo Sostenible, s.f.) especialmente, en las épocas de sequía; fue la construcción del sistema Chingaza hasta los años ochenta[1] lo que le permitió a la ciudad garantizar el abastecimiento proyectado hasta el año 2020 -tuvo eso sí, que sortear durante 20 años más, toda la estabilización del sistema que conllevó a varios episodios de racionamientos para la ciudad.
Además de la proyección de Chingaza solo hasta 2020, el Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado no ha sido ajustado ni renovado, toda vez que su proyección a largo plazo iba hasta el año 2015. Es decir, que la escasez de abastecimiento de agua que hemos afrontado este año, era previsible y no hubo acciones reales que permitiesen sortear esta situación en estos 8 años, y que se agudizó con los incendios forestales a principio de año y la disminución de lluvias esperadas para recargar el sistema Chingaza.
Como lo plantea una docente de la Universidad Nacional,
Bogotá depende de las lluvias amazónicas porque son las que recargan el páramo de Chingaza. El profesor Germán Poveda de la Universidad Nacional sede Medellín afirma que la deforestación de la Amazonía puede dejar sin suministro de agua a grandes ciudades como Bogotá, Quito, La Paz y Lima. Calcula que más o menos el 60% de las lluvias anuales que ocurren en el páramo de Chingaza provienen de la Amazonía” (Arbelaez, 2024).
Está en mora la ciudad, de nuevos planes y proyectos que garanticen el abastecimiento de agua potable para la población teniendo en cuenta su expansión hacia la Sabana. Con la aprobación de la RAP-E nos encontramos ante un nuevo instrumento, el cual formula el Plan de Seguridad Hídrica (PSH) en el año 2021; además de ser un documento más entre los instrumentos de planeación sin mayor estructuración y articulación con las entidades territoriales departamentales y municipales y las corporaciones regionales que la integran, el PSH se enmarca en las estrategias de mercados verdes con mecanismos de compensación y mercantilización ambiental, mecanismos de pago por servicios ambientales (PSA) y fondos para la gestión privada que quiera invertir en estos mercados; lo que significa supeditar la protección y garantía del derecho al agua en el presente y el futuro, a los intereses económicos del sector privado, el cuál solo invierte si obtiene rentabilidad.
De manera que no existen instrumentos actualizados ni realmente articulados con disposición de recursos para la protección de la estructura ecológica regional y que puedan garantizar el abastecimiento hídrico; así como tampoco se han tomado decisiones claras para proteger y fortalecer fuentes de abastecimiento de la región como ríos, quebradas, humedales, páramos, lagunas y acuíferos, que permitan ampliar los embalses.
Depender del trasvase de la cuenca del Río Orinoco, como se planteó anteriormente, incrementa el costo de la operación del sistema, pero además significa que se deben desarrollar mecanismos de protección de dicha cuenca, la cual se encuentra afectada por la extracción petrolera, minera y la tala de bosques a gran escala en el sureste del país.
No se puede seguir postergando la discusión con el modelo territorial del país; las grandes ciudades se han expandido sobre la cuenca del Río Magdalena, generando un alto nivel de carga de uso y contaminación de sus aguas por casi un siglo. Es inviable un modelo de alta concentración urbana en un costado del país, mientras se degradan los ecosistemas de las regiones con gran biodiversidad en el Pacífico, la Orinoquía y la Amazonia en manos de las corporaciones multinacionales que extraen la biodiversidad a gran escala.
Tampoco es viable que sea el sector privado el que financie la conservación de la biodiversidad, con el asunto del cambio climático ha sido claro que el sector privado capitalista no hará cambios hacia el uso de “energías limpias” en tanto sean menos eficientes que el uso de petróleo, ni están dispuestos a la financiación climática (Roberts, M.; 2024)
Los instrumentos de planeación para Bogotá, la Sabana y la Región Central no han tocado hasta ahora de manera contundente la expansión urbana, todo lo contrario, han estado en favor del desarrollo inmobiliario en Bogotá – Sabana, sin si quiera, obligar a las constructoras a generar proyectos urbanos con tecnologías para reutilizar y reciclar agua y el uso de energías limpias. Es decir, que la garantía del abastecimiento de agua está en manos de los intereses del sector privado (sector industrial, constructor y agroindustrial), circunscritas ahora a las fórmulas de los negocios verdes en donde los países subdesarrollados pagamos con los bienes comunes, el daño que hacen las corporaciones multinacionales.
Referencias
Arbelaez, N. (10 de octubre de 2024). La sequía del río Amazonas es un problema de agua para Bogotá. Obtenido de La silla vacía: https://www.lasillavacia.com/silla-amazonia/colombia-podria-quedarse-sin-un-acceso-directo-al-rio-amazonas/
Costa Posada, C., Domínguez Calle, E., Gonzalo Rivera, H., & Vanegas Sarmiento, R. (2005). El índice de escasez de agua ¿un indicador de crisis ó una alerta para orientar la gestión del recurso hídrico? Revista de Ingeniería, Universidad de los Andes, 105 - 111.
EMPRESA DE ACUEDUCTO Y ALCANTARILLADO - ESP . (Agosto de 2006). Documento técnico de soporte Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá D.C. Obtenido de https://www.acueducto.com.co/wps/html/resources/empresa/DocumentotecnicoDTS.pdf
JICA. (2003). El Estudio del Desarrollo Sostenible del Agua Subterránea en la Sabana de Bogotá, Colombia. Obtenido de https://openjicareport.jica.go.jp/pdf/11725603_07.pdf
Oviedo Segura, S. (2023). Cooperación internacional y contaminación hídrica: el caso del Banco Mundial con el Río Bogotá (2010 - 2020). Obtenido de Pontificia Universidad Javeriana: https://repository.javeriana.edu.co/bitstream/handle/10554/67696/TESIS%20S%20OVIEDO%20RI.pdf?sequence=3&isAllowed=y
Quinaxi Instituto para el Desarrollo Sostenible. (s.f.). Bogotá y el agua. Obtenido de https://geoapps.esri.co/linea_del_tiempo_agua_bogota/
RAP-E REGION CENTRAL; PNUD. (2021). Plan de Seguridad Hídrica (PSH) Región Central. Marco estratégico y programático. Obtenido de https://regioncentralrape.gov.co/wp-content/uploads/2021/12/Documento-programa%CC%81tico.pdf
Roberts, Michael (04 de julio de 2024) Luchar contra el cambio climático no es, simplemente, rentable. Obtenido de Revista Rebelión: https://rebelion.org/luchar-contra-el-cambio-climatico-no-es-simplemente-rentable/
[1] Entre los años 1966 y 1971 se adelantaron los estudios de planeación técnica y financiera del proyecto Chingaza, las obras se iniciaron el 1972 y culminaron en 1985, garantizando el suministro de agua potable para la capital hasta el año 2020. Este sistema cuenta con la Planta de Tratamiento Wiesner ubicada en cercanías del municipio de La Calera con capacidad de 14 m3 por segundo. Previendo los problemas de inestabilidad geológica de los túneles y la vulnerabilidad potencial que esta representaba para el abastecimiento de la ciudad se realiza la construcción del Embalse de San Rafael como almacenamiento de contingencia con capacidad de atender la ciudad durante 90 días (EMPRESA DE ACUEDUCTO Y ALCANTARILLADO - ESP , 2006, pág. 25).
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